Bastó una auditoría y se curaron todos: la discapacidad militante ya no cotiza
- La Pocilga Online

- Jun 4
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Durante años, la Argentina vivió su propia versión de la “Cour des Miracles” medieval. En la Francia del siglo XVII, ese era el lugar donde los falsos ciegos veían, los cojos corrían, y los lisiados danzaban milagrosamente… al terminar la jornada de mendicidad.
Siglos después, el kirchnerismo recicló ese modelo con una precisión quirúrgica. Miles de “beneficiarios” encontraron en un diagnóstico dudoso la puerta de entrada al paraíso del subsidio: pensiones por discapacidad, jubilaciones por “estrés militante” y certificados truchos más fáciles de conseguir que una heladera por un voto.
El milagro argentino fue tan grande que en algunos pueblos del conurbano había más discapacitados que personas. Eso sí: discapacitados para trabajar, pero no para cortar calles, correr con banderas o apretar fiscales en elecciones.
Pero el cuento terminó. Bastó que el gobierno de Javier Milei dijera la frase maldita: “vamos a auditar”.Y como en la vieja París, se obró el milagro inverso. Los sordos escucharon que se terminaba la joda. Los ciegos vieron venir la revisión médica. Los rengos caminaron... derecho a la ANSES a dar la baja voluntaria.
En apenas semanas, se dieron de baja miles de pensiones truchas. Algunos “afectados” incluso fueron vistos en TikTok bailando coreografías que harían llorar a Stephen Hawking.El aparato militante, indignado, acusó al gobierno de ser “cruel con los más vulnerables”. Lo que no dijeron es que esos vulnerables se curaron de golpe cuando el curro se puso en jaque.
Mientras tanto, en las redes sociales, la gente celebraba los milagros libertarios con sarcasmo puro:“¡Qué grande Milei, ya hace caminar a los paralíticos sin tocar un mango de salud pública!”
Lo cierto es que la Corte de los Milagros K cerró sus puertas, y el único subsidio vigente es para la dignidad.Porque una Argentina de pie no puede ser sostenida por una industria de la mentira. Y si para caminar hay que apagar la chequera del relato, que se apaguen todas.



