Se acabó la patria contratista: Cristina, detenida, pide que le habiliten el WiFi del penal

A casi dos décadas de blindaje judicial, relatos épicos y micrófonos cómplices, la historia llegó a su clímax: el fallo por la causa Vialidad quedó firme. Cristina Fernández de Kirchner tiene cinco días para entregarse. Esta vez, el drama no lo dirige ella, y el guión no tiene espacio para la épica.

Desde la vereda militante, el impacto fue brutal. Algunos se aferran a la esperanza de un nuevo "lawfare", otros apenas intentan descifrar si “firme” significa “sin apelación” o “duro de domar”. Spoiler: es sin apelación.

Reacciones inmediatas

En el Instituto Patria se registró una caída abrupta en la presión arterial colectiva. Juan Grabois intentó tomar una dependencia pública en señal de protesta, pero confundió la entrada de una casa de repuestos. Kicillof, por su parte, anunció una clase magistral sobre "la persecución neoliberal y el derecho a la impunidad progresista", dictada en loop desde Tecnópolis.

Mientras tanto, la sede de La Cámpora amaneció con velas, pañuelos, y un cartel que decía “Te vamos a extrañar, jefa”, escrito con marcador indeleble sobre una bandera de Aerolíneas.

¿Y el pueblo?

La gente, entre atónita y escéptica, observa. No hay festejos multitudinarios ni lágrimas masivas. Sólo una mezcla de alivio y cansancio: el tipo de reacción que genera ver a alguien que debía rendir cuentas desde hace años finalmente tener que buscar su DNI.

Desde La Pocilga Online, lo decimos sin vueltas: no celebramos la caída de una persona, sino el hecho de que la justicia, por una vez, se haya acordado que todos somos iguales ante la ley. Aunque sea por 5 días.